LA HONESTIDAD Revivirla es prioridad
Ante tantos casos de fraude y corrupción presentados en algunos funcionarios públicos colombianos, es necesarios pensar y actuar inmediatamente, recordando que es la honestidad la que nos lleva al éxito de nuestras vidas y honra el nombre de nuestra familia y de nosotros mismo.
1. Escriba en Word. Qué es para mí la honestidad
2. Lea con cuidado el siguiente texto:
1. Escriba en Word. Qué es para mí la honestidad
2. Lea con cuidado el siguiente texto:
Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en un Reino lejano, un Príncipe de la
región norte del país estaba por ser coronado Rey, pero de acuerdo con la ley,
él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las
muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día
siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas
las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los
comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su
joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe, pero pensaba
que su hija no estaría a la altura del desafío. Al llegar a la casa y contar los
hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.
Sin poder creerlo le preguntó: “¿Hija mía, qué vas a hacer allá?
Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa
idea insensata de la cabeza, sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el
sufrimiento se vuelva locura”.
Y la hija respondió: “No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy
loca. Todo parece indicar que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de
estar por lo menos por algunos momentos cerca de mi amado Príncipe. Esto me hará
feliz”
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más
bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más
determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el Príncipe anunció el desafío:
“Daré a cada una de ustedes una semilla, aquella que me traiga la flor más bella
dentro de seis meses, será escogida por mí, esposa y futura Reina”.
La propuesta del Príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que
valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, además de las costumbres,
amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes
de la jardinería, pero cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues
sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que
preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que
conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su
amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que
sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora
acordadas sólo para estar cerca del Príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más
variadas formas, tamaños y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una
escena tan bella.
Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las
pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a
una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura
esposa.
Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía
por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
Entonces, con calma el Príncipe explicó: “Ésta fue la única que cultivó la flor
que la hizo digna de convertirse en mi Esposa y Reina: La flor de la honestidad,
todas las semillas que entregué eran estériles”.
Maravilloso relato, ¿no?. En tiempos donde lo importante parecen ser los
resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad
parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar
los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser
humildes y reconocer que otros tienen la razón, o para decir no sé acerca de
esto.
Opinamos sobre todo, juzgamos a todos… La “viveza”, hoy en día comparada con
la habilidad, se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño,
la falta de honestidad para con nosotros mismos y los demás. La verdad, la
sinceridad, la humildad… no son virtudes exacerbadas en las comiquitas para
niños, ni en las publicidades para adultos.
Nuestra sociedad ha confundido el significado de la palabra ÉXITO.
Si he terminado mi día siendo leal a mí mismo, sin traicionar mis creencias,
mis sentimientos y apegándome a los principios expuestos por el Dios al cual
digo servir, para quedar bien u obtener resultados… ése ha sido un día de éxito.
Puedes hacer de este, un día exitoso… De ti depende.”
3. Acceda al WORD y escriba lo que entendió. Mínimo una hoja tamaño carta
4. Envíelo al correo [email protected]
región norte del país estaba por ser coronado Rey, pero de acuerdo con la ley,
él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las
muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día
siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas
las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los
comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su
joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe, pero pensaba
que su hija no estaría a la altura del desafío. Al llegar a la casa y contar los
hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración.
Sin poder creerlo le preguntó: “¿Hija mía, qué vas a hacer allá?
Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa
idea insensata de la cabeza, sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el
sufrimiento se vuelva locura”.
Y la hija respondió: “No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy
loca. Todo parece indicar que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de
estar por lo menos por algunos momentos cerca de mi amado Príncipe. Esto me hará
feliz”
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más
bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más
determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el Príncipe anunció el desafío:
“Daré a cada una de ustedes una semilla, aquella que me traiga la flor más bella
dentro de seis meses, será escogida por mí, esposa y futura Reina”.
La propuesta del Príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que
valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, además de las costumbres,
amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes
de la jardinería, pero cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues
sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que
preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que
conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su
amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que
sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora
acordadas sólo para estar cerca del Príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más
variadas formas, tamaños y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una
escena tan bella.
Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las
pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a
una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura
esposa.
Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía
por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
Entonces, con calma el Príncipe explicó: “Ésta fue la única que cultivó la flor
que la hizo digna de convertirse en mi Esposa y Reina: La flor de la honestidad,
todas las semillas que entregué eran estériles”.
Maravilloso relato, ¿no?. En tiempos donde lo importante parecen ser los
resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad
parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar
los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser
humildes y reconocer que otros tienen la razón, o para decir no sé acerca de
esto.
Opinamos sobre todo, juzgamos a todos… La “viveza”, hoy en día comparada con
la habilidad, se ha convertido en un valor, encubriendo la mentira, el engaño,
la falta de honestidad para con nosotros mismos y los demás. La verdad, la
sinceridad, la humildad… no son virtudes exacerbadas en las comiquitas para
niños, ni en las publicidades para adultos.
Nuestra sociedad ha confundido el significado de la palabra ÉXITO.
Si he terminado mi día siendo leal a mí mismo, sin traicionar mis creencias,
mis sentimientos y apegándome a los principios expuestos por el Dios al cual
digo servir, para quedar bien u obtener resultados… ése ha sido un día de éxito.
Puedes hacer de este, un día exitoso… De ti depende.”
3. Acceda al WORD y escriba lo que entendió. Mínimo una hoja tamaño carta
4. Envíelo al correo [email protected]